Hitler vivió la ideología de Lutero, Hitler inspiró Alemania, entonces el mundo vivió su locura...
En algún momento dado todos hemos experimentado vivir la vida de otra persona conciente o inconcientemente. Es una acción que puede darse de manera individual o colectiva. Sin duda es perjudicial para las partes implicadas quienes en su mayoría desconocen que están viviendo la vida que no les corresponde y otros que permiten que le vivan la vida que les pertenece. Es complicado porque todos y cada uno de nosotros a menudo lo confunde con la acción de ayudar y de ser ayudado, de amar y ser amado, del consejero y el aconsejado.
En algún momento dado todos hemos experimentado vivir la vida de otra persona conciente o inconcientemente. Es una acción que puede darse de manera individual o colectiva. Sin duda es perjudicial para las partes implicadas quienes en su mayoría desconocen que están viviendo la vida que no les corresponde y otros que permiten que le vivan la vida que les pertenece. Es complicado porque todos y cada uno de nosotros a menudo lo confunde con la acción de ayudar y de ser ayudado, de amar y ser amado, del consejero y el aconsejado.
Si llevamos la acción al plano individual el ‘vivir la vida de otra persona’ puede darse en varios escenarios. Los padres que pretenden que sus hijos realicen la carrera universitaria que ellos desean. Sé un doctor, un ingeniero, un arquitecto, tendrás mucho dinero. Que tal si nuestro hijo quiere ser es un mecánico, un vendedor, un maestro. ¿Por qué no dejamos que ellos escojan lo que quieren ser, lo que les brinde felicidad? Cometemos el error de realizarnos a través de la vida de nuestros hijos. Los hijos por otro lado, cumplen los deseos de nosotros padres lo que da a lugar que no puedan vivir la vida que ellos quieren. En esto tanto padres e hijos creamos un precedente sobre el intervenir en las vidas de unos y otros. Luego nosotros insistiremos en decidir por ellos en otras asuntos y el círculo nunca terminará.
Por otro lado, hacemos nuestros los problemas y dilemas de otras personas. Aquí vemos la relación del consejero y el aconsejado. Tratamos de ayudar a la gente, pero lo que en realidad hacemos es que hagan lo que nosotros haríamos en dicha circunstancia. Muchas veces estas personas llevan una carga tan pesada la cual no quieren soltar. Viven de los recuerdos del pasado y ven su vida como una miserable. En esta situación si la persona no tiene la menor intención de salir de esa miseria emocional no podemos intervenir. Es mejor que ella encuentre su camino hacia la liberación de su negatividad. Aquí quien realmente resulta agotado es la persona que quiere intervenir para “ayudar”. De esta manera nos envolvemos tanto en la situación del afectado que terminamos viviendo la desgracia de otros.
Otro ejemplo que cabe mencionar es cuando tratamos de vivir los sueños, metas y proyectos de la gente que nos rodea. Esto suele darse en relaciones familiares, matrimoniales, relaciones de amistad y aún en relaciones de trabajo. Muchas veces nos envolvemos tanto en lo que los demás desean lograr que nos olvidamos de nuestros propios sueños. Luchamos para que la otra persona alcance su felicidad, pero no nos preguntamos si esa es la felicidad que nosotros estamos buscando. Podemos llegar a creer que las proyecciones de los demás son las nuestras también. No nos damos cuenta que la vida se nos ha ido soñando los sueños de otros, cumpliendo las metas de ellos, realizando proyectos que no son nuestros y al final de nuestra existencia nos encontraremos con la triste realidad de no haber vivido la vida que teníamos que vivir.
Un caso colectivo lo fue el holocausto el cual no fue un simple accidente de nuestra historia. De alguna manera tanto la propia Alemania, los países que componen Europa, Estados Unidos y el mundo entero vivió la vida de Hitler. El hecho no es que millones de judíos fueron asesinados sino la vergüenza de que pasara tanto tiempo para que otras naciones tomaran acción contra la atrocidad. Todos ven a un sólo culpable cuando en realidad todos tienen responsabilidad sobre lo ocurrido. De esta manera todos vivieron la vida de Adolf Hitler el gran Führer alemán.
Por su parte él también vivió la vida de aquellos que inspiraron su odio racial hacia los judíos que él entendía no componían la raza superior. Se inspiró en Theodore Fritsch quien adoptó la lucha contra los judíos para salvar la clase media alemana de la nueva ola de industrialismo y capitalismo que él identificaba típicamente con los judíos. Fue este antisemitismo socio-económico el cual pasó a ser el odio racial y el cual Hitler asimiló. Este consideraba que su tarea más importante, su literalmente sagrada misión era evitar el peligro del judío destructor de culturas. Utilizaba un discurso religioso: “Al defenderme contra el judío, estoy luchando por la obra del Señor”. De esta manera pensaba que estaba haciendo lo correcto, protegiendo a su nación.
Dietrick Eckart afirma que Martin Lutero fue un modelo para Hitler. Las expresiones de Lutero plasmadas en su obra en el año 1543, lo que fue el primer tratado moderno antisemita, llegó muy profundo al pueblo alemán lo que Hitler utilizó de una manera racista.
Lutero establecía que se debían quemar todas las sinagoga judías, destruir sus libros de oración, prohibir predicar a sus rabinos, aplastar y destruir sus casas, incautarse de sus propiedades, confiscar su dinero y obligar a esos “gusanos venenosos” a realizar trabajos forzados o expulsarlos para siempre. “Yo les arrancaría la lengua de la garganta”. “Los judíos en una palabra no deben ser tolerados”. “…porque no hay gente sobre la tierra que sea, haya sido o será mas avara que ellos, como pueden ser vistos en su maldita usura.”
No es de extrañar que durante el juicio de Nuremberg los nazis alemanes acusados por crímenes de guerra justificaron el asesinato de 6 millones de judíos usando el libro de Lutero “Sobre los judíos y sus mentiras”. En el Tribunal alegaron en su defensa que no habían hecho otra cosa que ejecutar lo que Martín Lutero había ordenado cuatro siglos antes. Podemos resumir que Hitler vivió la ideología de Lutero, y que por ende todos vivieron la vida y locura de Hitler.
Definitivamente no podemos vivir otra vida que no sea la propia. Tenemos que enfocarnos en quiénes somos y lo que queremos hacer. No podemos complacer a todos a la vez, tenemos que saber decir Sí o No sin temor a sentirnos rechazados. Los que nos rodean deben cumplir su misión y propósito y al tratar de ayudarlos o guiarlos en sus decisiones lo que hacemos es intervenir en su propia voluntad la cual es sagrada. No demos la ayuda a menos que nos sea solicitada, así permitimos a las personas buscar y encontrar.
Todos tenemos una historia personal, nuestra interpretación del alma, una melodía que cantar. En la naturaleza existe el balance, todos realizan su papel. La flor no le pide al cielo la lluvia, tampoco le exige al sol que le de su luz. Simplemente cada cual hace lo que tiene que hacer, no es una dependencia tampoco una intromisión, es sabiduría divina. El mar no puede dejar de ser lo que es para convertirse en cielo, El río no puede dejar de fluir para estarse quieto, el viento no puede convertirse en fuego, las mariposas monarcas no pueden detener su viaje al sur en el otoño por mero capricho, sin este viaje no perpetuarían su especie. Es el equilibrio de la vida. Vivamos la vida que se nos ha dado y dejemos que otros vivan la suya.