Comenzaré esta serie de escritos con una opinión de un joven que encontré en una de mis búsquedas en el internet para realizar mi serie bajo el tema sobre si el ser humano es civilizado o si no lo es. Este es el pensar de uno de nuestros jóvenes que pertenecen a la nueva generación:
“Yo diría que unos son civilizados y otros, mayoritariamente, son animales. Porque por mayoría el ser humano es un ser egoísta que sólo busca sus propios beneficios y no busca los intereses mutuos de la sociedad y su prójimo. El ser humano sólo quiere imponer sus pensamientos al otro y no respeta el pensamiento del otro mientras no perjudica a terceros. El ser humano ante una situación de desorden sólo busca salvarse él mismo y no al conjunto de seres humanos. El ser humano no quiere pensar el porqué de las cosas y se basa en supersticiones, magia ... en vez del conocimiento científico y lógico.
Para mí la persona civilizada es aquella que mira por los intereses de la sociedad además de los suyos, que se preocupa de los demás, que acepta a los demás por lo que son y piensan, que dejan que los demás actúen por lo que le dicta su conciencia mientras no afecte a otros, aquel que se fundamenta en hechos cientificos y no irracionales. Eso es ser un ser humano civilizado.”
Lo expresado anteriormente merece mi gran respeto, pues siendo un joven el que ha expresado este sentir refleja un alto grado de madurez y evolución, a lo que concluyo que su pensamiento encierra una gran verdad. Añado que en muchas ocasiones los animales se comportan mejor que los seres humanos. Sólo existe una pregunta que debemos hacernos: ¿Somos seres civilizados o somos primitivos? Lo hemos demostrado a través de nuestro paso por la tierra?
Cuando investigo la historia de nuestra raza no puede desaparacer de mi vista la palabra violencia porque existe desde nuestros comienzos. El catedrático de la Universidad de Valencia; José Sanmartín, experto en el tema asegura que el agresivo nace y el violento se hace, y que los términos no significan lo mismo. La agresividad en el ser humano se debe a nuestra esencia animal, es parte de nuestra naturaleza mientras que la violencia es el producto de la “evolución cultural”. A los que los expertos llaman seres primitivos, al comienzo de la vida humana en nuestro planeta, eran aquellos que se comportaban como animales, eran seres que utilizaban al máximo su instinto y su agresividad era utilizada para la supervivencia y el procrear lo que no le hacía daño a los demás de su tribu.
Este mismo ser humano quizo ser civilizado y comenzó a cambiar todo lo que lo rodeaba sustituyendo lo natural por lo artificial, creando su cultura, sus códigos de ética, sus leyes, sus principios y sus dogmas. Luego crearon sus ejércitos, sus imperios, sus religiones y lo peor de todo convirtieron al Dios de la creación en un Dios castigador, celoso, posesivo y asesino. Dejaron a un lado su intuición y a lo que llamaron civilización vino a ser realmente su mundo primitivo.
Hace más de quinientos años más de 90 millones de personas, a las que llamaban “primitivas” padecieron muerte, enfermedad y sometimiento en nombre de la civilización y la cruz. Sociedades “primitivas” enteras fueron arrasadas. En las escuelas se nos enseña en nuestras clases de historia sobre el gran acontecimiento del 1492, un gran descubrimiento, una inolvidable conquista y una poderosa colonización de América. Se nos quiere hacer creer que tanto España, Portugal, Inglaterra, Francia y Holanda; los supuestos países civilizados vinieron a salvar a los primitivos de Las Américas, brindándole conocimiento y religión cuando la realidad es que la violencia fue la bandera que ubicaron en tierra. No es una celebración la destrucción de los pueblos, el asesinato, las violaciones, la esclavitud y el robo de grandes riquezas que por derecho le pertenecían todo en nombre de Cristo y bajo la cruz con la gran misión de expandir el cristianismo. Concluyo aquí con otro pensamiento de otro joven:
“…prefería haber nacido no del mestizaje, si no de cualquier raza indígena o simplemente humana, sólo me bastaría saber que fui producto de la copula instintiva de dos supuestos “salvajes’, y no de la descendencia de una herencia que creyéndose civilizada, condenó hasta el exterminio toda una raza de inocentes, de la manera más brutal y ominosa…”