Nada es al Azar. A lo largo del camino he
escuchado a personas decir: Yo no he escogido esto, yo no elegí nacer así. Yo
no escogí mis padres ni tampoco elegí el entorno que me rodea. Ellos culpan a lo que llaman destino de
todo lo que les sucede. Piensan
que la vida es un asunto del azar, que la vida es un producto de la suerte pero
no saben que nada de esto es así. Todo lo contrario, cuando ves el cuadro
completo con los ojos espirtuales descubres que tú haz elegido todo en común acuerdo con Dios. ¿Cómo lo sabemos? Es lo que EL te está permitiendo vivir.
Haz estado
tomando decisiones una y otra vez y te has convertido en el creador de tu
propia vida. Tus circunstancias y tus consecuencias han sido permitidas por EL debido a tu libre albedrío otorgado desde tu creación. Lo has hecho desde antes
de venir a la tierra, escogiste tu ambiente, tus padres, tu familia y todas
aquellas personas con quienes te has encontrado en el camino. Aún las que
entiendes te han hecho “daño” resulta que han llegado a ti con un propósito,
también las circunstancias positivas o negativas que te han ocurrido, te han
acontecido porque todo lo que sucede aquí es parte de un plan divino lo entiendas o no. No debes
maldecir tus circunstancias sino bendecirlas porque aunque en este plano físico
no puedes realizar o entender el sentido que tienen, se hará claro tarde o
temprano en tu vida.
Nuestra incapacidad para reconocer y sentir el sufrimiento de otras personas es lo que está concibiendo el sufrimiento en el mundo.
Cada experiencia te ayuda a
despertar de este mundo físico, cada alegría y cada dolor te recuerdan que eres
un alma bendita y llena de luz. No es como te han dicho, que eres un ser
indigno sino que eres un ser majestuoso viviendo una experiencia terrenal con el fin de alcanzar tu evolución espiritual. Depende sólo de ti encontrar todo lo bueno de que eres capaz... vienes de hecho con la bondad y el amor en tu ser. En este mundo
todos tienen una conciencia la cual puede ser de dos maneras: elevada o baja.
Ves estos tipos de conciencia todos los días en los medios noticiosos y a tu
alrededor. Un hombre se tira a las vías del tren de NY para rescatar a otro, un
joven argentino salva la vida de un bebé que cayó de un tercer piso, una mujer
muere por salvar a un niño de ser ahogado, y tantos actos como estos se
realizan diariamente, a cada minuto alrededor del planeta. Estos seres poseen
una conciencia elevada, son capaces de dar su vida por los demás en cualquier
peligro. Muestran bondad, amor, compasión y no sólo por sus allegados sino por
personas completamente extrañas. Algunos escriben libros para ayudar y guiar a
otros en la senda de la vida, otros escriben canciones hermosas porque saben
que tocarán la vida de alguien con su letra. Ellos eligen la bondad, la
templanza, la mansedumbre, la humildad, la paz, el amor, la empatía, la
amistad, el perdón, el servicio, la lealtad y la verdad.
La política, la religión, el dinero, el poder y la fama han sido muy responsables de lo que
nos sucede... ¡Todas nos dividen!
nos sucede... ¡Todas nos dividen!
En el mismo mundo en que
vivimos vemos personas de baja conciencia. Un hombre mata a su esposa y publica
la foto en facebook, niños sirios son acribillados por la violencia en Siria,
personas manifiestan odio racial hacia los inmigrantes en los Estados Unidos y
personas del cartel de las drogas en Mexico asesinan a hombres y mujeres en las
calles del país y los cuelgan en los puentes. La baja conciencia es el resultado de la ignorancia del hombre
sobre su unicidad con la conciencia divina. Es cuando se encuentra apartado de la luz y
sobre su vida sólo reina oscuridad porque así lo ha elegido. Lo importante aquí
no es señalarlos ni juzgarlos sino ser lo suficientemente compasivos para saber
que están dormidos y necesitan ser despertados.
La política, la familia, la religión, el dinero, el poder y la
fama han sido muy responsables de lo que les sucede. La corriente de este mundo
ha logrado que la sociedad haya puesto la mira en las cosas materiales, el
apego a este mundo, el odio, la intolerancia y ha provocado que las personas
olviden lo eterno, el verdadero reino. Los programas y anuncios comerciales nos
han enseñado a nutrir el cuerpo físicamente, a cuidarlo, las dietas, a
vestirnos bien, tener una casa lujosa, un buen carro, dinero, pero es raro que
te sientes a ver televisión y encuentres programas de ayuda para estar en paz
con tu espíritu, cómo nutrirlo o cómo elevar tu conciencia. En cambio te inundan con las famosas
novelas o series que muestran cómo vengarte, cómo matar al que se te ponga en
tu camino, cómo engañar, usurpar y robar para seguir la teoría de que el más
fuerte sobrevive.
El ser humano es bueno en sí
mismo, pero no parece estar convencido de ello. Al tener este desconocimiento
comete las atrocidades que vemos a diario a nuestro alrededor. El ser humano
tiende a hacer el bien, lo anhela, lo atrae y lo busca. Esto es algo natural de
hacer porque eso es lo que anhela hacer su alma. El hombre necesita encontrar
las herramientas que le permitan recordar lo que realmente son, de dónde vienen
y a quién pertenecen. Si realizan la búsqueda despertarán del sueño y se podrán
ver como seres iluminados. Entonces recordarán el éxtasis de la unión con lo
divino, la bienaventuranza del espíritu y de lo que estamos hechos, de puro
amor.
El ser humano es bueno en sí mismo,
pero no parece estar convencido de ello.
Los grandes maestros han
brindado a la humanidad dos grandes tesoros para la realización del ser, para
elevar nuestra conciencia: La
oración y la meditación. Mientras
más personas utilizen estas herramientas sagradas, la conciencia colectiva
comenzará a cambiar. No te basta sólo orar por tus amigos y familiares, por
sólo a los que amas, eso cualquiera lo puede hacer. Nuestra incapacidad para
reconocer y sentir el sufrimiento de otras personas es lo que está concibiendo
el sufrimiento en el mundo. Cuando nos sentimos separados de los demás viene la
indiferencia. Realiza el ejercicio de orar por los que te persiguen, por los que
hablan mal de ti, por los que no piensan igual que tú. Recuerda a los presos en
las cárceles, los enfermos solitarios en las frías salas de hospital, por los
ancianos, por las viudas, los que duermen en las calles sobre cartones de
papel, los que buscan su alimento en los zafacones de basura, los que piden
limosna para poder comer, los adictos a drogas y alcohol y no dejes de orar
hasta que no sientas la flecha del otro en tu propio pecho. Oremos por los
asesinos, los violadores, secuestradores, los que colocan bombas para herir a
masas, porque ellos mas que todos necesitan de personas de alta concienca que
piensen en ellos, para que la luz cubra las tinieblas de su corazón y vuelvan a
recordar quiénes son.
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