Giri Bala. |
Esta oración contrasta con la que nos enseña la oración del Padre Nuestro. Si le preguntaran qué posibilidad existe
para que un niño ore a Dios pidiendo dejar de comer y sólo vivir de la luz
divina? Seguramente contestarán que ninguna. No podrían concebir la idea de ver
a un niño renunciar a un pedazo de pizza, un delicioso pastel de chocolate o un
rico helado de fresa. Lo cierto es que existió una niña en la India llamada
Giri Bala quien hizo esta extraña petición a Dios cuando sólo tenía doce años
de edad.
Giri Bala nació en las regiones
selváticas, dentro del corazón de Bengala en la India para el año 1868. A
medida que fue creciendo se despertó en ella un apetito incontrolable. Le fascinaba
y disfrutaba tanto comer que se la pasaba todo el día pensando en los
deliciosos aperitivos que preparaba su madre. La gula le dominaba día y noche
lo que preocupaba mucho a su madre quien le aconsejaba que tratara de dominar
su insaciable deseo por la comida. Le advertía a su hija que todo eso le
ocasionaría problemas a la hora de casarse, pero Giri Bala no tenía tiempo para
pensar en casamientos, su mente la tenía muy ocupada pensando en dulces, frutas
y la cena.
Más de cincuenta años sin comer ni beber...
En la cultura hindú se acostumbraba el
arreglo de matrimonios entre familias, las jovencitas eran dadas en casamiento
a muy temprana edad. Cuando Giri Bala cumplió los doce años fue desposada y
como dictaminaba la costumbre se fue a vivir con la familia de su esposo en
Namabganj, cerca de Ichapur. Como predijo la madre los suegros de Giri Bala se
percataron de los hábitos de glotonería de la joven niña. La criticaban
fuertemente y día a día fue sometida al reproche por ser una niña comelona. No
dejaban de perseguirla y acecharla con comentarios desagradables. Giri Bala
sentía mucha vergüenza, se dio cuenta de que su madre tenía razón. Un día no
pudo resistir tanto ataque y dijo muy decidida a su suegro que no volvería a
comer alimentos mientras viviera. Salió corriendo de la villa, buscó un lugar
apartado y allí oró al Padre Celestial que le enviara un gurú para que la
enseñara a vivir de la luz cósmica y no de los alimentos de la tierra. Luego de
tan extraña oración corrió al Ganges donde se purificó y cuando salió se
encontró con el maestro por quien había orado. –Pequeña querida mía, soy el
gurú enviado por Dios para satisfacer tus ardientes plegarias. El se vio
profundamente conmovido por el desusado carácter de tu petición. Desde hoy
vivirás de la luz astral y todos los átomos de tu cuerpo serán alimentados por
la infinita corriente-. El gurú de Giri Bala le enseñó una técnica que liberaba
su cuerpo de la dependencia de alimentos.
"Desde hoy vivirás de la luz astral y todos los átomos de
tu cuerpo serán alimentados por la infinita corriente"
Desde ese momento Giri Bala dejó de
comer, comenzó a vivir puramente de la luz. Su nutrición consistía de las
energías del aire, de la luz solar y del poder de Dios. Ella regresó al hogar
de su esposo donde ya no encontraría desprecio sino una gran admiración.
Pasaron los años, Giri Bala enviudó y de acuerdo a la tradición hindú se fue a
vivir en retiro. En la selva de Bengala vivía cerca de sus familiares, vivía
humildemente y a pesar de que ella no comía ni bebía disfrutaba cocinarle a los
demás tanto a familiares y amigos. En una ocasión ella misma estuvo de acuerdo
que el Maharajá de Burdwan le realizara tres investigaciones donde estuvo bajo
vigilancia para comprobar su abstinencia de alimento y bebida. En el año 1936
Giri Bala fue visitada y entrevistada por Paramahansa Yogananda a quien le
manifestó que llevaba más de cincuenta años sin comer ni beber desde el 1880.
No tenía excreciones, nunca se había enfermado y no experimentaba dolencias
físicas. Meditaba por la noche y durante el día realizaba sus tareas
domésticas. Poseía una salud inquebrantable, pero no comía ni bebía ¿cuál era
el secreto? El gurú de Giri Bala le pidió no divulgarlo, de hacerlo se estaría
interfiriendo con el drama de la Creación de Dios. Según Giri Bala pareciera
que el hambre, la miseria y la enfermedad finalmente conducen al ser humano a
buscar el verdadero sentido de existir y menciona que el hecho de que ella
pueda vivir sin alimentación y bebida alguna es con el fin de comprobar que el
hombre es Espíritu y para demostrar que mediante el desarrollo espiritual, el
hombre puede gradualmente aprender a sustentar su vida en la luz eterna y no en
la alimentación.
Bien lo dijo Jesús, "no sólo de pan vive el hombre"...
De hecho Giri Bila no estaba lejos de la
realidad, en nuestra era la NASA y otros estudios científicos han probado que
los humanos pueden vivir sin comida. En el libro Autobiografía de un Yogui del
autor Paramahansa Yogananda, nos da la siguiente información: “Según escribió
William L. Lawrence, la clorofila es la única sustancia conocida en la
naturaleza que, de algún modo posee el poder de actuar como una trampa de sol.
Atrapa por así decirlo, la energía del sol almacenándola en la planta. Sin este
mecanismo la vida no podría existir. Todos nosotros obtenemos la energía que
necesitamos para vivir de la energía solar almacenada en los alimentos,
vegetales o en la carne de los animales que comen las plantas. La energía que
obtenemos del carbón o el petróleo es energía solar atrapada por la clorofila
en plantas que vivieron hace muchos años. Vivimos del sol por medio de la
clorofila.
Giri Bala es un perfecto ejemplo de lo
que significa atrapar la energía directamente al igual que lo hace la
clorofila. Su testimonio es real y verdadero para que entendamos que como decía
Jesús “No sólo de pan vive el hombre”, Dios nos sigue enviando santos, algunos
no comen ni beben como Giri Bala, maestros que están en dos sitios al mismo
tiempo, otros levitan, algunos realizan milagros y proezas, pero todo es para
que veamos que su poder no tiene límites, y que a nosotros nos es dado poder de
lo alto para que grandes cosas hagamos. Giri Bala oró a Dios y él contestó su
tan rara petición, para Dios nada es imposible. Todo es posible si puedes
creer. No es de extrañarse que esta santa siga viva, paseándose por la villa de
Biur con su sari de color ocre. Es probable que siga realizando sus tareas y
faenas cotidianas, haciendo una rica comida para sus familiares y amigos y tan
sólo esté esperando el momento de desintegrarse en esa luz que por tanto tiempo
la ha sostenido en esta Tierra.
Al conocer la historia de esta santa, mi
actitud es otra cuando tomo el sol, me siento distinta cuando respiro
profundamente ese aire invisible, y al contemplar el firmamento expando mis
brazos hacia la sutil energía de Dios quien me arropa con su amor.
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