Muchas personas que pertenecen a
distintas denominaciones religiosas se sienten “rectas”, “responsables”,
“devotas”, “santos” y “obedientes” a la voluntad de Dios. Existen miles de
denominaciones religiosas en nuestro mundo con diferentes filosofías,
doctrinas, dogmas y credos, que logran segmentar aún más el mundo religioso.
Algunos “devotas” que pertenecen a estas
organizaciones religiosas se perciben así mismos distintos y separados de los demás. En
ocasiones pueden sentirse superiores, inclusive “santos” de la palabra con
derecho de cuestionar los valores y creencias de los demás. Incluyendo de los que no visitan iglesia, templo,
mezquita o centro alguno. Otros van más lejos, llegan al punto de cuestionar la
relación con Dios de aquellos que ellos llaman “apartados”. A juicio de muchos de esos “devotas”
los “apartados” son indignos del amor y gracia de Dios porque no le sirven o no asisten a alguna denominación. Sin
saberlo o con conocimiento asumen un papel que sólo le corresponde a Dios. Esto
último representa una intromisión de unos derechos exclusivos de la Deidad
Suprema. Esto puede constituir una falta de juicio de los “devotas” que raya en
la ignorancia de todo aquel que desea personificar a Jesús sin despojarse de
esa conducta, denominador común que los ha alejado de la esencia divina, del
mensaje y de la humildad del Hijo de Dios.
Jesús fue el primer "apartado"
El término los “apartados” es
contraproducente, basado en ese concepto Jesús fue el primer “apartado”, EL no
fue bien recibido por los “santos” “devotas” religiosos de la época. Jesús fue
más lejos obvió la “santidad” y “obediencia” de los sacerdotes. Se rodeó con
“apartados” quienes fueron sus ayudantes y acompañantes. Creyeron sus buenas
nuevas y se convirtieron en Apóstoles. Jesús sirvió, enseñó y sanó a los menos
“santos”, a los pobres, necesitados y desventajados espírituales, entre otros, pero los “devotas” de aquellos tiempos no pudieron comprender sus
acciones, a pesar que sus palabras eran para todos los que deseaban escuchar
las buenas nuevas.
Pero el concepto está más errado aún
debido a que nada ni nadie está separado de Dios. Todos estamos relacionados
unos con otros aunque nuestra conducta y el “ego” desea que nos mantengamos
pensando que estamos separados entre sí. Sólo existen algunos que no han
despertado o que no han recordado quiénes son todavía. Otros que no entienden
que son hijos de Dios. Por otro lado los “apartados” recurrentes (que entran y
salen de las entidades religiosas) son el producto de algunos “devotas” que
alejan y separan con su conducta a los de menos “santidad”. Un fenómeno que
Jesús experimentó en su época y que esta bien presente en muchos de los
“devotas” de las denominaciones de hoy día.
Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. Mateo 18:20
La fuerza de la liberación que trajo
Jesús presenta un Dios de tolerancia, que ama a su creación, solo pide amor a
cambio hacia El y hacia los demás, eso quedó claramente establecido en los dos
primeros acuerdos (Mandamientos), no se necesita más ninguno si se cumple con
esos dos. El pagó todo aquello que se llama “pecado” para que nadie tenga que
sufrir el peso de la ley. En otras palabras, el Espíritu existe para guiarnos
por el sendero del amor que nos llevará al encuentro con Dios por su gracia.
Una ley que debemos cumplir voluntariamente…amar.
Aunque los “devotas” del pasado mataron a
Jesús por sus enseñanzas, el primer “apartado” les continuó amando… Clavado en
la cruz Jesús expresó; “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”…¿Podrán
los “devotas” del presente?